Clementina Suárez, feminista y revolucionaria. Anarella Vélez 

Mi primer encuentro con Clementina Suárez fue memorable. El escritor Roberto Castillo me invitó a la reunión en la que ella celebraba su 77 aniversario de nacimiento. Clemen tenía un sentido hedonista de la vida, cerró la calle del barrio La Hoya, la alfombró con hojas de pino, y con ese tradicional aroma llegaron los invitados: músicas y músicos, pintoras y pintores, poetas, escultores y escultores, narradoras y narradores. Y todo el barrio se vistió de fiesta. Fue un encuentro maravilloso, con una de las personalidades de la literatura más subyugantes de ese tiempo, rodeada de aquellas/os que la amaron y respetaron por su talento, por su poesía.

Entonces celebré la ocasión de conocer a una de las voces fundamentales de la poética vanguardista de nuestro país. Su discurso exultaba emociones y sensibilidad extraordinarias. Cuestionaba los valores predominantes y su voz se elevaba entre todas, liberadora. Ese mismo decidí día que debía conocer su obra, su vida.

La existencia de Clementina se debatió entre la admiración y el escándalo, la adulación y el vilipendio. No podía ser de otra manera. Nacida en Juticalpa, en 1902, desde muy joven abandonó la familia que buscaba confiscarla para el matrimonio tradicional. Intentó refugiarse en una Tegucigalpa que no le perdonó su bohemia, su pasión por los cafés, su gusto por la compañía masculina. Incomprendida por una sociedad somnolienta, se dedicó a escribir, obedeciendo a una fuerza interna sobre temas urgentes y universales. Su espíritu revolucionario, iconoclasta la llevó a declararse feminista muy tempranamente.

La franqueza de Clemen chocó con la moral victoriana y doble de su tiempo. Su propio estilo de vida puso en cuestión la gazmoñería, la sexualidad reprimida, muda e hipócrita de entonces –y de hoy-. Vestía pantalones cortos y traje de baño; celebraba su cuerpo no sólo en su vida sino también en su poesía. Y aunque ella fue la primera mujer que publicó un libro en Honduras, la gente se interesaba más por sus amantes que por su poesía.

Participó con pasión y transparencia en todos los acontecimientos importantes de su época. Para ella no existían los disfraces, rechazó los códigos de lo grosero y de la intolerancia. Con sus actos y su poesía transgredió las convenientes costumbres puritanas. Rompió con los discursos clandestinos, circunscritos, disfrazados. Quebró las prohibiciones, la represión. Sin prudencia alguna acometió la tarea de ser desbordadamente auténtica.

En las tertulias del Café de París y El Jardín de Italia fue la única mujer que departió con los intelectuales de aquellos años, Alejandro Castro, Alfonso Guillén Zelaya –director de El Cronista-, Antonio Rosa (padre de sus hijas), Guillermo Bustillo Reina (su primer esposo), Arturo Martínez Galindo, Claudio Barrera, entre otros. Se identificó con aquellos que reverenciaron su talla intelectual y asumieron su feminidad.  Para aportar una pequeña muestra de lo que anoto, puede leerse en la revista Pan Americana[1] de noviembre de 1945 un escrito de  Alejandro  Bermúdez h., quien escribió una nota muy elogiosa acerca  del poemario Veleros, editado en La Habana, 1937. Rigoberto Paredes escribió en las palabras introductorias a la antología Con mis versos saludo a las generaciones futuras que Clementina fueuna poeta trascendente y notable.[2]

En su obra Clementina ha expresado que las mujeres debemos asumir la relación entre poder, saber y sexualidad, a pesar de las consecuencias o aunque el precio a pagar sea bastante caro. Transgresora de leyes, de prohibiciones, irrumpió con sus actos y con la palabra, en el placer: las delicias de la palabra y los gozos del cuerpo. Renunció al conformismo de las mujeres subordinadas por el poder, el patriarcado y los fundamentalismos tan extendidos entonces. Dotó a la literatura hondureña de su primera ars erótica. Nos legó una poesía extraída del placer mismo, con una intensidad y calidad que la han vuelto imperecedera.

Todo en su vida denota una insondable repugnancia por los extremos en que se debatía la sociedad hondureña, particularmente la mujer. Para dejar constancia de ello escribió versos de profundo aliento social y fundó en 1933 la revista Mujer, que ella misma vendía por las calles desoladas de una Tegucigalpa mojigata.

Clementina con su voz, en permanente transformación, revela el placer de contar. Sus versos son el testimonio de su afán por sacar del fondo de sí misma la verdad, la conciencia de su género. Propuesta liberadora, confesional, sin autocensura. Discurso literario con el cual arriba a la realidad.

En esa búsqueda, sistemática, vital, viajó por el mundo como vivió, de acuerdo con sus propias normas. Centroamérica, México, Nueva York, sus destinos para conquistar la libertad. En esas ciudades leyó su poesía y trabajó –fue la mil usos- como obrera, experiencias que la reafirman en su personal visión de los caminos para la edificación de una sociedad igualitaria. En México vivió durante los mejores años de la revolución y su apreciación de las luchas populares se enriqueció. El conocimiento de la región consolidó su decisión de estar del lado de la justicia y los desposeídos.

El 7 de diciembre de 1991 la delincuencia se encarnizó contra la noble Poeta. Clementina Suárez fue encontrada golpeada e inconsciente, en su casa del barrio La Hoya de Tegucigalpa. Fue trasladada a un centro asistencial, donde falleció el 9 de diciembre sin haber recobrado el conocimiento. Tenía 89 años de edad. El crimen nunca fue esclarecido, por lo cual permanece en la impunidad, y se cita como uno de los casos más emblemáticos de feticidios cometidos en Honduras.A veintidos años de su violento deceso rememoramos su vida ejemplar. Clementina, no cabe duda, vivió a la altura de su tiempo y, guste o no, su vida y su obra forman parte esencial de nuestra identidad.

Su Trabajo Comprende Los siguientes Títulos:

  • Corazón Sángrate, escrita en 1930
  • Los Templos De Fuego, en 1931
  • De mis sábados el último, en 1931
  • Iniciales en 1931 en coautoría con los mexicanos Lamberto Alarcón y Emilio Cisneros Canto y el hondureño Martín Paz
  • Engranajes, poemitas en prosa y en verso, en 1935
  • Veleros, en 1937
  • De la desilusión a la esperanza, en 1994
  • Creciendo con la hierba, en 1957
  • Canto a la encontrada patria y su héroe
  • El Poeta y su señales, en 1969
  • De mis sábados el último, 1989, antología preparada con el poeta Rigoberto Paredes para ediciones Librería Paradiso. 

[1] Pan Americana, 1949, pp 22 se valora la obra de Clementina de la siguiente manera:

«Corazón Sangrante, se identifica con una época romántica o de congoja amorosa; porque únicamente se limita, a estar mostrando miserias y dolores íntimos. Veleros, prologado por Alfonso Cravioto, obedece a una influencia socialista, lo mismo que De la desilusión a la esperanza. Alejandro Bermúdez h., dijo en la nota que pusiera este libro: el enigma del sér (sic), el abismo del pensamiento humano y su trayectoria y proyección  desembocando en mares desconocidos, abiertos a  la libre investigación por el impulso ascensional del hombre, y el amor trascendental, son los nuevos temas poéticos –que Clementina Suárez encara—sin influencia alguna, estableciendo un precedente en la poesía femenina de nuestro tiempo.

Al decir femenina –continúa indicando—no quiero significar blandura  ni melosidad: Quiero tan sólo aludir a la poesía manejada por mujeres. Clementina está formando ella sola una brigada de choque. Hay otras mujeres ilustres en nuestra América, entregadas a tareas parecidas, en diferentes meridianos. Ninguna como ella, de apariencia externamente delicada, pero con una fuerza interior envidiable, con decidida dirección, con hermosa lealtad a sí misma y a su tiempo, sin negarse a ninguna de las solicitaciones de la época.

Creciendo con la Hierba es el gran poema de amor. “En este poema –expone Claudia Lars–, la mujer pide al hombre los dones que aún no le ha dado.” Entre sus mejores poemas amorosos, además de Creciendo con la Hierba, están Imploraciones, El grito, Gemas y ruegos; entre los de carácter socialista:  En brazos del nuevo viento. De eslabón a eslabón, Pan, Los arados y Esa ya no es mi sombra, los cuales se hallan recopilados en Veleros; Poemas del paso desatado, Elegía de la sangre heroica, Una obrera muerta, Compréndeme, Ruego, todos de su último libro editado: De la desilusión a la esperanza. Alonso Cravioto en el prólogo puesto a su libro Veleros, dice que “Clementina Suárez ha creado poemas únicos en la literatura castellana, los cuales parecen hechos por una bacante angélica o por una seráfica faunesa. ”»

[2] «Mujer y poeta. O, para calibrar mejor la indivisibilidad de su condición humana: Mujer Poeta. Clementina Suárez es una mujer, y eleva su identidad a alturas muy superiores al papel tradicional conferido a las mujeres de su tiempo en Honduras por la sociedad; y por su destino irrevocable, una poeta trascendente y notable.

Si hubiera una sola palabra para describir su extensa trayectoria vital, diría: Intensidad. Años y años vividos segundo a segundo, sacando la última gota de luz posible. Clementina Suárez ha profesado la más legítima de las lealtades: la autenticidad, que implica -a pesar de la costumbre- no dejarse subyugar por ella, ni rendir pleitesía a sus diversos y variados fueros. Ha vivido para asir su corazón, como un arma, y ha traspasado claramente los caparazones de la inmovilidad, la rendición y la aquiescencia. Vivir intensamente es perdurar, pero sólo perdura lo que es voluble, irreductible, desproporcionado. Podría haber imaginado estas palabras de la inmortal escritora brasileña Clarice Lispector: «No quiero la terrible limitación de quien no vive más que lo que es capaz de tener sentido.

Su poesía nunca fue ajena, en ninguno de sus versos, a tan bello destino. La vida y el trabajo han crecido juntos, unidos por la firme y fértil pasión de existir, de perdurar. La obra de Clementina Suárez es uno de los testimonios más auténticos y ejemplares de la tradición literaria de Honduras. Ignorar su nombre, en la profusión de hálitos machistas que abundan en un medio como el nuestro, sería privar a nuestras letras, y, por qué no decirlo, a un periodo significativo de la evolución cultural hondureña, de una voz y una actitud revolucionarias. Su vida y su obra destacan como precursoras de una determinada manera de actuar, de una forma de ser iconoclasta, de un florecimiento que sin duda es necesario para potenciar e impulsar cualquier proceso de transformación humana, material y espiritual.

Leamos esta muestra de su producción poética con la emoción de quien ve crecer una criatura mítica, sin olvidar que lo que dice es también lo que ha vivido.

Rigoberto Paredes. »

Rigoberto Paredes.

Fuentes Bibliográficas .

– Gold, Janet N. “Retrato en el Espejo, Una Biografía de Clementina Suarez, Editorial Guaymuras, Honduras, 2012, 

– Cea, José Roberto. La generación comprometida (Canoa Editores, San Salvador, El Salvador, Centroamérica, 2003. 

– Umaña, Helen. “Una teoría del amor en la poesía de Clemtina Suarez” en “Literatura Hondureña Contemporánea”. Colección Lámpara, 1986.

con mis versos saludo a las generaciones futuras. Clementina Suárez

Sola,

por dejar un camino

y amojonar otros caminos,

con terrones de pueblo construí mi país.

Detrás de mí quizá quedarán muchas lágrimas vertidas

pero con ellas fue que alimenté la esperanza.

Las puertas para mí estuvieron herméticamente cerradas

pero la sabiduría de mi dolor supo andar y andar

hasta encontrar el auténtico sendero.

Cuesta vislumbrar la verdad

y el camino recto de la justicia. 

Ahora,

a cualquier lugar que llegue

ya nunca puedo estar sola,

porque no comienzo en la sangre de mis descendientes

sino que termino en ella.

¡Qué lejana la soledad de mi Patria y mi sangre!

Hoy mi pequeñísimo cuerpo empuja las estrellas

y con mis versos saludo a las generaciones futuras.

Ilustración de Rigoberto Paredes Vélez

La danza garífuna. Anarella Vélez

La danza garífuna tiene reconocimiento mundial como uno de los más importantes patrimonios del Pueblo Hondureño, considerada como un bien universal de la Humanidad por la Unesco, al igual que lo son el Idioma y otras manifestaciones culturales garífunas. Sin embargo, en nuestra propia tierra, el reconocimiento del lugar que merece el Pueblo Garífuna como parte de la Historia y la Identidad Hondureñas ha tardado mucho en propagarse. Este es el motivo por el que se instituyó la celebración del Mes de la Herencia Africana como compromiso por parte del Estado para promover los aportes a nuestra sociedad de esta cultura que representa un porcentaje significativo de nuestra población. Está claro que tras más de 20 años de haberse instituido este mes cívico aún nos queda un largo camino por recorrer; no solo eso, nos toca revertir los efectos nocivos de un proceso de desvalorización, invisibilización e incluso persecución del Pueblo Garífuna que se acentuó mucho después del Golpe de Estado y durante la dictadura Nacionalista, proceso que responde a los intereses de los grandes capitales y a la ideología de extrema derecha que se implantó en el poder en ese tiempo; por lo que la protección de la cultura garífuna ha sido reconocida como una necesidad imperante e impostergable por el gobierno de Xiomara Castro. Este objetivo es una de las razones por las que existe la nueva Secretaría de las Culturas, las Artes y los Pueblos de Honduras, y nuestro deber hoy en día es establecer en nuestro país un nuevo pensamiento sobre las culturas ancestrales como componente central en el orgullo Hondureño. En todos mis acercamientos a los representantes de la Comunidad Garífuna les he expresado que esta institución tiene para ustedes las puertas abiertas y es su aliada en la búsqueda de la reivindicación de sus derechos, y que el éxito de sus luchas sociales es una parte indisoluble de nuestra visión para la Refundación de nuestro Estado, nuestra ambición de una prosperidad común y un desarrollo equitativo para los Pueblos de nuestra nación.

El 25 de abril nos dedicamos a apreciar esta danza cuyas cualidades representan a todo un Pueblo, y que durante siglos ha fascinado y encantado a las y los Hondureños a lo largo y a lo ancho de todo nuestro territorio. La oportunidad de presenciar la destreza y pasión con que los garífunas orquestan sus movimientos al son de su distintiva música es uno de los placeres típicos de nuestra patria. El evento que compartimos el día de hoy tiene el propósito de profundizar nuestro amor y admiración por las extraordinarias tradiciones de nuestra tierra, y estoy segura de que algo de esta velada se quedará con cada uno de nosotros, avivando en nuestra alma ese cariño fraterno que deseamos cultivar siempre entre nuestros compatriotas, el amor y compañerismo entre las y los hijos de una misma tierra.

Rigoberto Paredes, 26 de abril de 1948

Letra para un himno

Rigoberto Paredes 

De algo que bien pudiera llegar a ser un país, 

de un país que no puede ser, todavía,

estoy hablando.

Falta mucho, todo

lo que un país quiere tener;

un nombre, un nombre propio de país; 

tierras, mares y cielos del país; 

muertos, vivos por un país;

fama de buen vecino, a pesar del país; 

belleza, poetas y animalitos

a salvo en un país.

Un país que no duela sin querer.

Un país que no duela.

Otro país.

Un país que no puede ser, todavía,

es mi país

Acerca del idioma. 23 de abril de 2023. Anarella Vélez.

Detengámonos a considerar la importancia del patrimonio cultural que los Hondureños compartimos con nuestra región del mundo. La esfera hispanohablante suma más de 580 millones de personas; es la segunda lengua materna más hablada en el mundo. Hoy en día este legado pone a nuestro alcance, gracias a la tecnología, la inmensa producción cultural e intelectual de toda una región del mundo, lo cual sería suficiente para adelantar considerablemente nuestro nivel de desarrollo, como individuos y como país, si tan solo llegásemos a aprovecharlo de la debida forma. Lo que esto implica es que hoy en día es más importante que nunca mantener viva nuestra sed de conocimiento, nuestra mente abierta y nuestra curiosidad. De parte de nuestro Estado, es esencial impulsar estas virtudes en nuestra población, y de hecho esta es una deuda histórica que tenemos con Honduras.

Penosamente, históricamente nuestro gobierno ha fallado en su deber de impulsar el libre acceso a la información, y de hecho los esfuerzos que se realizaron en el pasado por desarrollar el conocimiento de los hondureños se revirtieron durante la dictadura que atravesó Honduras desde el Golpe de Estado. Tenemos constancia de que en 2008 la red de bibliotecas públicas constaba de 139 establecimientos; pero en el momento en que nuestra presidenta Xiomara Castro asumió su mandato a inicios del 2022, estos se habían reducido a tan solo 15 en operaciones, es decir que en el transcurso de este tiempo, se perdió el 89% de nuestras bibliotecas estatales. El  dato en cuestión refleja solo uno de los síntomas del absoluto abandono que sufrió nuestro pueblo en los años desde la ruptura del orden constitucional, y como fruto de este deterioro sistémico se vuelve imprescindible el proyecto refundacional que nos ha traído al poder para rescatar el Estado de Honduras y resguardar los derechos de nuestra población. Antes de continuar con nuestro tema, debo mencionar que en concordancia con nuestro mandato, la recién creada Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos logró iniciar el rescate de la red de bibliotecas, y al cierre del año pasado restablecimos la cifra de bibliotecas públicas en operación a 45, y seguiremos promoviendo la expansión de la red hasta lograr rendir a nuestro pueblo el servicio digno que merece en términos de acceso al conocimiento.

El vínculo que nuestra lengua madre nos ofrece con el resto del mundo es de un valor incuantificable, pero debemos darnos una idea de su dimensión, partiendo desde la Historia. La fecha en que situamos el Día Internacional del Idioma nos remite a la vida de Miguel de Cervantes y al Siglo XVII en que él vivió, conocido como el Siglo de Oro Español. Fue también la época en que vivieron Quevedo y Góngora, momento en que se reconocía al Imperio Español como una potencia mundial. El surgimiento de la cultural española conllevó considerables avances intelectuales, mismos que no se detuvieron con el declive de esta potencia colonial, sino que se propagaron a nuestra Latinoamérica. Los escritos políticos que nos quedan de nuestros próceres de tiempos de la Independencia y de la Unión Centroamericana nos demuestran su elevada cultura e ilustración que debería servir de ejemplo e inspiración a todas las generaciones de hondureños que les hemos seguido y seguiremos. Latinoamérica tampoco se quedó atrás en el desarrollo de la Historia de nuestro Idioma, produciendo altos exponentes de la literatura en todas las épocas de nuestra historia, llegando incluso a liderar mundialmente en la época del Boom Latinoamericano, y más recientemente con la creación de todo un sistema teórico proveniente del sur, en el marco del pensamiento decolonial, enriquecido ampliamente por los aportes que proviene del feminismo nuestroamericano.

Los hondureños no debemos ni podemos permitirnos aislarnos de procesos tan amplios de progreso intelectual en Hispanoamérica. Tenemos el reto de involucrarnos más con nuestra región para aportar a nuestro desarrollo, de educarnos y producir. Sobretodo es importante lograr este desarrollo en sintonía, eliminando los rezagos y evitando la concentración del conocimiento en una minoría de personas, pues aumentar la amplitud del acceso al conocimiento tiene un efecto multiplicativo en el nivel de desarrollo que puede alcanzar una nación. De los tantos caminos que debemos emprender en nuestro crecimiento, este quizás sea el más hermoso de todos: la exploración del Idioma Español, de la vasta cultura que nos une y define nuestra identidad mundial.

POEMA INÉDITO DE Anarella Vélez

Antes de la lluvia

Para Jeannette Kawas

todavía hoy, irremediablemente

eres como música de lluvia 

y con Chaac resuenas

relámpago que no se silencia

eres el eco de la sagrada lluvia 

en nuestro sendero

para que te recuerden, granizas

eres chubasco y neblina

bosque húmedo, mantillo lejano                                                                                                                                                                                                                                                     

bosque tropical, remanso en la sierra 

tu nombre es manglar, río o arrecife 

no moriste

eres fruto que se funde en esta lucha

tan profundamente humana

tan grande y generosa

como aguacero tempestuoso

sencilla y extraordinaria

como la lluvia que golpea sobre la mar.

CLEMENTINA SUÁREZ

Mujer y poeta. O para ser más cabales con su indivisible condición humana: Mujer Poeta. Clementina Suárez es así: Mujer por la gracia de su sexo, el cual ha sabido enaltecer a niveles muy por encima del consabido muérgano; y Poeta por destinación inclaudicable, la única en su género que ha logrado aquí, hasta hoy, ejercer tal oficio con suficiente propiedad y trascendencia.

Si hubiera una sola palabra para extractar su dilatada trayectoria vital, yo propondría intensidad. Años y años vividos segundo tras segundo, escanciándoles hasta la última gota de luz que fuere posible. Por eso, Clementina Suárez le ha profesado al tiempo la más legítima de las lealtades: la autenticidad, lo cual supone –a despecho de lo establecido—no dejarse avasallar por aquél, no prestar obediencia a sus varios y variados fueros. Ella ha vivido para crecer. Su corazón, arma de fuego, ha traspasado limpiamente los carapachos de la fijeza, la rendición o el acatamiento. Vivir intensamente es perdurar, mas solo perdura lo voluble, lo irreductible, lo desmesurado. Suyas podrían ser estas palabras de la inmortal escritora brasileña Clarice Lispector: “No quiero la terrible limitación del que vive tan sólo de aquello capaz de tener sentido”.

De igual manera, su poesía no ha sido ajena, en ninguno de sus versos, a tan hermoso destino. Vida y obra han crecido trenzadas, coyuntadas por la firme y fecunda pasión de existir, de perdurar. La obra de Clementina Suárez es, por eso, uno de los testimonios más genuinos y ejemplares que se pueda encontrar dentro de la tradición literaria de Honduras. Desconocer su nombre, por mucho efluvio de macho cabrío que abunde en un ambiente como el nuestro, sería como privar a nuestras. Letras y, por qué no decirlo, a un período significativo de la actual formación cultural hondureña, de una voz, de una actitud con caracteres fundacionales. Vida y obra se erigen, por tanto, en hitos precursores de una forma de hacer, de una manera de ser iconoclastas, eclosivas, sin duda necesarias para potenciar todo proceso de transformación material y espiritual. 

Léase, pues, esta muestra de su producción poética con la emoción de quien mira creer una criatura, sin olvidar que lo que ella dice es lo que ella vive. ¿Para qué más?.

Rigoberto Paredes.